En lo que creo (J.G. Ballard)

"Creo en mis propias obsesiones, en la belleza del choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de un balneario desierto, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos para coches de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados"

martes, 3 de abril de 2012

Más que Pavos Reales, Bandurrias




1.       Despierto a la misma hora, más por costumbre que por necesidad, me sobra el tiempo –está por verse, falta que lleguen mis chiquillas lindas-.
2.       Ya no camino a la esquina para tomar la micro amarilla D-18, ahora lo hago por un camino de tierra cubierto por lado y lado de verdes castaños –me pregunto qué sentido tiene que me lustre los zapatos si todas las mañanas llegan empolvados a la escuela-. Llego a una garita a metros del puente donde pasa el río Iculpe, junto al cerco donde me apoyo a leer algún libro que le he sacado al Tata. Todas las mañanas se me acerca la yegua que tiene Gabo para cruzarla y volverse millonario, es un lindo animal, tranquilo, se deja querer. Me recoge una micro que lleva a los alumnos a la escuela de Lago Ranco, a la de Ignao y al Liceo Técnico Profesional donde pueden graduarse en el área del Turismo ya sea de terapeuta alternativo, masajista, pedicurista y/o cualquier especialidad en finales felices que están tan de moda allá en el norte, en la capital –siempre quise decir esto-.  La micro también es amarilla y va igual de llena que las de Santiago.
3.       He vuelto a tomar té, ya no existe la cafetera italiana. El frío diario me obliga a tomar varios tazones antes del almuerzo JUNAEB que me regalan las tías en el casino después que los niños comen sus comidas en bandejas plásticas. La micro y el almuerzo me resultan al gratín, sur generoso. Mis compañeros, profesores y auxiliares, llevan su propio salero y ají colorado porque esta comida es exagerada en su sano balanceo.
4.       Antes pasaba el día detrás del computador enfrentado cara a cara con un Excel insobornable. Hoy día busco la manera de enchufarme en esta escuela para poder bailar con ella. El primer niño que se me acercó en el recreo de las 10, me dejó nock out. Me preguntó, bien suelto de cuerpo, con apenas 9 años, qué había que hacer para olvidar una mujer, “no me la puedo quitar de la cabeza” me dijo. Chucha ¿y qué le respondo yo weón?, si para eso si que era malo, para ese tipo de preguntas no se está preparado. Le pregunté qué es lo que había pasado y me contó que la distancia los había separado, ella es de Lago Ranco y el de Ignao, son 3 kilómetros entre un pueblo y otro.
5.       Los lunes hay acto en la escuela y se canta el himno nacional, cuando me toque ser el encargado vamos a corear “Tu me haces falta” de Los Vásquez.
6.       Varios de los 5 días de la semana salgo a las 4 de la tarde –al fin tengo el horario de profesor que tanto envidié de mi madre, hermana, tías y primas-, antes de las 5 me estoy cambiando de ropa para salir a pescar ya sea a la orilla del río donde se forma un pozoncito que se llena de cauques de buen tamaño o paseo en el bote remando de un lado a otro merodeando la desembocadura del río. Todo eso antes de pasar donde el Tata a tomarme un martinete y tener buenas conversaciones del pasado lejano –las del presente inmediato simplemente las olvida-: divaga hablándole al aire del tío Julio Filippi que debió ser presidente de Chile, del campeonato de Chilenos Físicamente Aptos donde él participó y ranqueó sumamente bien –un asunto, atléticamente hablando, mucho más elegante que las maratones rascas de miles de jiles ahogados en gatorade azul; pruebas de garrocha, salto alto y largo, vallas, 400, 200 y 100 metros, toda un prueba a los chilenos más aptos ¿?-, conversaciones que giran para uno y otro lado sobre la pesca o la No pesca de ayer, peladas de cable sobre la última cacería que deberíamos hacer en Parral para la que tendría que secuestrarlo y juntarnos con Pablo y Hernán allá en el campo de su buen amigo López, todo por verlo bajo la neblina, alerta…  ralladuras sobre las cacerías insólitas en Córdoba y el Tigre, argentina. Sobre los excelentes restaurantes de Osorno y Valdivia, todos con una cocina de tantísima calidad y tan buena como para instalarse en el mejor parís, único símbolo de la buena mesa. Sobre su perro que no es el más lindo e inteligente de la tierra sino de todo el universo. Conversaciones que ya conozco. Conversaciones que nunca son la misma.
7.       Seguirle el juego a la desmemoria bien puede ser un deporte fascinante: todas las tardes el abuelo me pregunta por su nueva pieza que ahora queda en el primer piso de su casa, todas sin falta busco la manera de sovajearlo con alguna exageración de referencia histórico literaria  como:  “tienes un dormitorio principesco”, otro día le digo que su pieza “es soberana”, otro que su pieza “es un palacete en si misma”, otro que “se parece a la pieza de la Reina Isabel en Buckinham” o “pero si es igualito a las habitaciones del Castillo de Manzanares”, todo sirve, cualquier cosa, todo le divierte.
8.       La TV pasó a la historia. Escucho por la radio local que la señora Olga Llancaneo Llancaneo tiene hora mañana con el cardiólogo debe dirigirse al hospital regional de Valdivia a las 10 am. Escucho todos los días al intendente y al alcalde haciendo no sé qué lanzamiento de no sé qué proyecto –para aparecer en la radio basta con que le den una pensión a una señora-. Escucho el rodeo de Valdivia con la collera Von Brulenbock y Swensteigger, montando a Mafioso y Solitario, 0 puntos buenos -menos mal-. Escucho que anuncian la llegada del psicólogo de la Escuela Rural de Ignao -que soy yo-, escucho que no va a llover durante los próximos días y ya estoy pensando en llegar a tirarme un piquero desde el muelle que por razones que desconozco está sin escaleras, me escucho hablando solo, escucho las bandurrias y los pavos reales caminando en la noche por el techo como si fueran unos ladrones furtivos.
9.       Esta semana comencé, con la ayuda de Tito, a construir la casa en el árbol que le prometí a mis rubitas, va a tener terraza y una cuerda para bajar a lo bombero. Tengo que pensar donde ponerle un columpio. Va quedar cerca de la cabañita, sobre un aromo australiano que da a la cancha de futbol y a la laguna, la construcción es sin calefacción pero igual va a ser certificada por la Carmela.
10.   Varias cosas han cambiado, yo estoy más tranquilo.