El corte del territorio nacional
en la latitud de la fosa de atacama, entre los paralelos 25’ y 26’ es, en la
costa, de una profundidad bastante mayor que la del corte en la latitud de Santiago,
entre los paralelos 33’ y 34’, también en su costa, algo así como en San
Antonio. Por esto y otras lisuras pienso que los milicos tiraban a sus
connacionales en las costas más norteñas y no tanto en la V o VI región. En Lago Ranco la cosa fue distinta es corte y estilo.
Hablando y averiguando, entre mates y jote, parlamentos largos con
profesores ancla que no se han movido en los últimos 40 o 30 años, he
comprendido que en el sur la cosa no fue del todo planificada sino más bien improvisada, bien al peo la orquesta milica. Los weas de metralla y fusil arrojaron cuerpos al lago en
zonas donde la profundidad era menor o bien en ríos que iban a dar al mismo
lago dejando flotar los cuerpos que querían desaparecer. Esto no supone
denuncias sino evidencias que se perdieron. Cuando la orden era detener y
asesinar y la persona no se encontraba en el domicilio estos milicos gorilas
pasaban gato por liebre y penqueaban al vecino, o familiar cercano (la tortura
era un trabajo a veces desgastante que preferían evitar, muchas veces con
familiares que les reconocían y hacían titubear la conciencia por leves
segundos). En el informe sobre prisión y tortura se destaca un caso de parecido
atroz, también de acá de la región de los ríos. Canalladas que parecen
imposibles, pero que a la luz de los hechos… Lágrima. Al papá de un amigo de
apellido mapuche lo lanzaron al lago. La figura amenazante de este hombre que
servía en la casa de los curas del pueblo tiene que haber ameritado según su
parecer. Para el ignorante todo es aplíquese la ley y el orden. Por esto cuando
buceo en el lago ya no pienso en tiburones o serpientes.
Otra cosa es la imagen del capitán
o coronel o teniente o la jineta que le quiera poner al muy rechuchasumadre que
se hacía cargo de los temas educacionales en la región. Dicen de él que era un símil
a los alemanes nazis de rango importantes con abrigos grises, largos y botas
lustrosas. Esto no es ningún descubrimiento. Un weón que hacía preparar el
liceo y el gimnasio provocando pánico en las gentes en los días de aseo y
ornato. Para llegar con su comitiva de asesinos, dar una pasada a las salas
buscando ojos y polvo y huellas dactilares. Los alumnos más choros y valientes
se meaban de puro pensar en el tirón de orejas que suponía un cara a cara. Y así,
como si nada, con el firme y vuelta mar, rajaba sin dar palabra, sin
pronunciarle ni pío al director impuesto por el alcalde también impuesto y
todos, ellos también, con las piernas tiritonas quedaban listos para
descargarse con el profe comunacho o el alumnado mapuche que de tanto en tanto
son objeto de sus ofensas y castigos.
Se trata de la herencia estúpida
de la disciplina, esa que todavía se transmite como victrola: que en aquellos tiempos sí que se
enseñaba, sí que aprendían los cabros en esa época pué, no como ahora en que a
uno le levantan la voz. Una y mil veces que te la levanten, que te griten,
que te levanten la mano y el puño viejo cabrón abusador. Puta la cultura penca
que dejaron esos años, esa añoranza tan de pueblo amargado. Esa es la práctica del
Bullying: agresión sistemática y
permanente.
Familias enteras se fondearon en
los cerros y montañas, en la sierra de Riñinahue. Algunas no bajaron más. Se convirtieron
poco a poco en baguales (vacas que se arrancan a la montaña y se vuelve
salvaje). Otras, como Neruda, pasaron a la argentina y volvieron orando y
cantando la palabra de cristo evangélico, buscando con los años volver a dar lecciones
de curación. El gorilismo de pintura siniestra. Puro salvajismo. Familias
enteras convertidas en la barbarie real. Huellas de hacha y sangre.